En Titans el performer y coreógrafo griego Euripides Laskaridis se transforma en un grotesco ser que parece proceder de un mundo y un tiempo ajeno al nuestro; de género ambiguo pese a sus atributos femeninos, nariz superlativa y vientre abultado preñado de niños –o quién sabe si solo de gases–, este personaje nos remite a los titanes, dueños del mundo antes de que los dioses del Olimpo les derrocaran. Sobre un marco oscuro, onírico y cabaretero, de fondo subyace la idea de la vulnerabilidad, de cómo hasta el más poderoso puede sucumbir ante problemas cotidianos y la llegada de alguien un poco más fuerte.