El teatro Romea acoge el 11 de Febrero la obra Tres Hermanas bajo la dirección de Raúl Tejón.
La historia nos cuenta cómo tres hermanas, nacidas en Moscú, son trasladadas por su padre a una ciudad de provincias tras la muerte de su madre. Allí crecerán y pasarán, una la infancia y las otras dos la adolescencia. Esa ciudad donde no pasa absolutamente nada es una tumba en vida para las tres que, acostumbradas a la vida de la capital, ven como sus vidas se consumen, bien en el ocio, bien en la apatía o bien en el trabajo duro como único modo de callar el aburrimiento.
Este estado de las cosas permite al autor ruso hacer una reflexión sobre el sentido de la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Cuál es la razón de todo este sufrimiento? ¿Somos nosotros los culpables de vivirlo o hay un plan que desconocemos que nos hace pasar por todo el?
Después de 154 años de su nacimiento todavía hoy nos hacemos las mismas preguntas. Antón Chejov nace en una ciudad remota de Crimea. Hijo de un hombre religioso que infligía todo tipo de castigos a su familia, sabe perfectamente de qué se compone ese sufrimiento del alma humana. Ha pasado más de siglo y medio y seguimos en el mismo punto. La humanidad avanza.
La adaptación parte de esa idea de la incapacidad del hombre para evolucionar en cuanto a la conciencia que tenemos de nosotros mismos. La incapacidad que sentimos cuando nos enfrentamos ante otro ser humano. El amor como fuente de grandes sufrimientos, por un lado nos hace estar vivos y por otro nos hace desdichados. Por mucho que lo intentemos, parece que no podemos salir de las mismas situaciones, de las mismas neurosis. Estamos encerrados en un bucle. Cambia el escenario, cambia la época, cambia nuestra sociedad, pero seguimos en el mismo punto.
Por eso, esta historia se desarrollará en un teatro desnudo. Es un espacio vacío, como suspendido en ningún lugar. Parece que los personajes están allí desde hace mucho tiempo. No se sabe si son actores que ensayan la función o personajes que esperan que algo pase para poder salir de ese espacio.
La versión empieza igual que acaba, porque al final, los personajes no serán capaces de romper ese círculo que les atrapa. A fin de hacer la función más cercana, habrá cambios en los nombres y características de los personajes con respecto al nombre ruso original. Se eliminan también las referencias geográficas y espaciales. Todo ello contribuirá a crear esta sensación de limbo en el que se mueven ellos.
Domingo 11 de febrero. Teatro Romea. 19 horas. 20 / 18 / 15 €