Dirigida por Hermes Gaido, Un poyo rojo es un buen ejemplo de cómo se puede transmitir un mensaje completo a través del teatro físico. Se trata de una invitación a reírnos de nosotros mismos reconociendo, además, las infinitas posibilidades físicas y espirituales del ser humano. El deporte, la danza, la sexualidad, las acrobacias… Todo se fusiona a través del lenguaje corporal sin renunciar a generar diferentes interpretaciones en cada espectador.