Yann Tiersen en Cartuja Center CITE de Sevilla. Uno de los músicos más respetados de su generación, saltó a la fama internacional en 2001 al firmar la banda sonora del filme Amélie
. All
, es el primer disco que ha grabado en su nuevo estudio, construido en una discoteca abandonada en la isla francesa de Ushant, en la costa de la Bretaña.
Yann Tiersen en Cartuja Center CITE de Sevilla
Yann Tiersen lleva una década viviendo en la isla de Ushant (Ouessant en francés), en el extremo izquierdo del hexágono, y aunque no es la primera vez que dedica un disco a la tierra que le acoge (“Eusa“, su nombre en bretón, daba título a su álbum de 2016), sí es la primera vez que graba directamente en el nuevo estudio que se ha construído allí, The Eskal. Un lugar de ensueño – no hay más que ver las fotos – construido sobre lo que una vez fue una discoteca, casi en la misma orilla del mar. El resultado es un disco aún más exuberante y torrencial que su predecesor, más coral y de una belleza mucho más apabullante.
No debería hacer falta destacar que el bretón es mucho más que el talentoso autor de bandas sonoras como la de “Amélie” (2001) o la de “Good Bye, Lenin!” (2003), pero mucho más que el rockero eléctrico con cuyas hechuras se planta más de una vez en nuestros escenarios y – especialmente – mucho más que el aplicado reformulador del minimalismo pianístico de Michael Nyman y Phillip Glass.
Aquí el piano también sirve de hilo conductor. Pero no es más que el punto de partida para un trabajo que, coproducido con Gareth Jones y regido por su creciente interés en el conservacionismo (el primer ecomuseo francés se creó en la isla) y nuestra íntima conexión con la naturaleza, podría haber caído por el despeñadero de una insufrible trascendencia de ínfulas new age y sin embargo triunfa sin reservas como un impresionante opus de hermosura telúrica. Una irrefrenable cascada de sonidos que van de lo íntimo a lo colectivo, de lo confesional a lo épico, con grabaciones de campo que transitan del aeropuerto de Berlín a los bosques que dan entrada al canal de la Mancha, una instrumentación frondosa y colaboraciones vocales de auténtico órdago, muy diversas. Uno de los más ambiciosos y mejores trabajos de su carrera.
Yann Tiersen, uno de los músicos más respetados de su generación, saltó a la fama internacional en 2001 al filmar la banda sonora del filme “Amélie”. Sin embargo, su carrera es mucho más que eso, antes y después de esa fecha. Él mismo se desmarca en sus declaraciones del calificativo de compositor de música para películas -” no soy un compositor y tampoco tengo un pasado en la música clásica ”- y su biografía lo ratifica desde edad temprana, pues tras estudiar violín y piano desde los 6 a los 14 años, e incluso tantear la posibilidad de ser director de orquesta, se rebeló contra eso e inspirándose en Joy Division y The Stooges cogió la guitarra eléctrica y se adentró en el post-punk durante la segunda mitad de los 80. Fue el primer paso intrépido de una trayectoria que se ha ido alimentando y abrillantando a golpe de extravagancias melancólicas y que ha sabido destilar en una misma botella influencias de lo más variopinto, de la música callejera a la vanguardia, del minimalismo al rock, del vals a la chanson.
Al margen de tres bandas sonoras, la citada de “ Amélie ”, más las de “ Goodbye Lenin! ” (2003) y “Tabarly ”(2008), y de tres álbumes en directo, el último de ellos “ On Tour ” (2006), su discografía, inaugurada en 1995 con “ La Valse des monstres ”, cuenta ya con siete títulos. El octavo, “Infinity”, se publicó en mayo de 2014 y fue registrado en Islandia. Producido por el propio Tiersen, y mezclado junto a Gareth Jones y Daniel Miller, incluye temas cantados en bretón, feroés e islandés.
En septiembre de 2016 llegó “ Eusa ”, el noveno, diez composiciones para piano editadas en forma de libro de partituras, cada una de ellas inspirada en una localización de su isla natal, que en bretón se denomina como el título del disco. Y a mediados de febrero de 2019 ha salido su sucesor, “ All ”, el primero que ha grabado en su nuevo estudio (que también funciona como sala de conciertos), al que ha llamado The Eskal y que ha construido en una discoteca abandonada en la isla francesa de Ushant, en la costa de la Bretaña.
El álbum, mezclado y coproducido por Gareth Jones , insiste en la temática medioambiental y en la conexión con la naturaleza que ya exploraba “ Eusa ”, basándose en grabaciones de campo realizadas en diversas localizaciones. Pero como han apuntado en Drowned In Sound en su reseña del mismo, “este no es un disco para relajarse, aunque es innegable que hay calma en su belleza, es música para ser consumida hundiéndose en sus profundidades y flotando en sus corrientes ascendentes”.