La gastronomía cordobesa debe buena parte de su riqueza y valor a la excelencia de los vinos de Montilla-Moriles. Una visita a la ciudad quedaría incompleta sin sumergirse en la historia, elaboración y variedad de sabores y aromas de sus caldos.
Taberna El Numero 10
En pleno corazón de la Judería, y a escasos metros de la Mezquita de Córdoba, se encuentra La Taberna El Nº 10, un espacio privilegiado y singular que ofrece a sus clientes un marcado carácter pedagógico en torno al vino unido a una cocina tradicional reinterpretada.
Precio: Menos de 15 €
Observaciones:
Finos
Compañero perfecto para el mejor aperitivo.
Su sabor personal y excelentes cualidades lo convierten en
la mejor opción para el aperitivo. Pocos vinos logran realzar el sabor de exquisiteces como el jamón ibérico de bellota de los Pedroches o el marisco.
Los más jóvenes también combinan muy bien con los pescados. ¡Y mantienen un romance de resultados irresistibles con
el entrante cordobés por excelencia, el salmorejo!.
Amontillados
Dame carne.
El vino “perezoso” de Montilla-Moriles, aquel que se deja reposar con la levadura más tiempo en la bota, tiene a su mejor aliado para el maridaje en la carne. Se entiende de tú a tú con propuestas clásicas de nuestra gastronomía como el rabo de toro.
Olorosos
Sublimes con caldos y sopas.
Por su cuerpo y rotundidad, los vinos olorosos de Montilla-Moriles se entienden como amantes veteranos con
sopas y caldos de carne. Gozan de un consumo muy versátil:
resultan idóneos tanto para abrir boca antes del aperitivo, por la tarde como complemento de una merienda, y como relajante copa para despedir la jornada.
Pedro Ximénez
Lo mejor para el postre.
Como no podría ser de otra manera, los vinos más dulces de la DO Montilla-Moriles resultan
sublimes como postre, y acompañamiento ideal para clásicos de la repostería de Córdoba como la leche frita.
¿Y qué sería de la Navidad cordobesa sin una copita de Pedro Ximénez con un buen pedazo de turrón blando de almendra?