A Felipe II, que en su testamento estableció que su armería y la de Carlos I no pudieran ser enajenadas, debemos la magnífica colección de útiles de guerra que posee la Armería Real de Madrid. Tras un concienzudo proceso de restauración y reordenación, esta instalación, ubicada en el Palacio Real, abrió en 2004 su segunda sala, que reúne los fondos originarios del siglo XVII. Con una extensa colección de armaduras -entre las que se incluyen las que utilizaron en su infancia Felipe III y Felipe IV- como principal atracción, la estancia expone también otros llamativos objetos como regalos diplomáticos o trofeos de guerra -entre estos, banderas o espadas otomanas procedentes de la batalla de Lepanto-.