Los minions y la inercia ganadora de la primera entrega logran que la secuela resista comparaciones
Con la presión de emular no ya un éxito redondo, sino los hallazgos narrativos de una de las mejores películas de animación del último lustro, Pierre Coffin y Chris Renaud se ponen manos a la obra intentando estar a la altura de sí mismos. No lo logran, y es que no es nada fácil competir contra el recuerdo del primer Gru. El propósito de la secuela es alargar el hilo, y más que llevar la franquicia a un nuevo terreno, se trata de encontrar la fórmula adecuada para que la inercia ganadora del primer episodio siga coleando. Y colea.
Puede que Gru 2. Mi villano favorito carezca del ingenio narrativo y de la entrañable mala uva que rubrico el éxito de la película original, pero también es verdad que el carisma de los adorables personajes que habitan el primer Gru tiene autonomía de sobra como para que la secuela mantenga dignamente el tipo. Conserva el afilado sentido del humor y la impecable agilidad narrativa de aquella, pero sin el factor sorpresa, el espectáculo se resiente.
El guion es digno pero no brillante, y Coffin y Renaud lo saben. Para suplir esas carencias se propone ración triple de Minions. En la nueva entrega los absolutos protagonistas son ellos, y gracias a eso Gru 2. Mi villano favorito funciona y entretiene. Fueron los fichajes estrella del primer episodio, y se explayan aquí a lo grande reivindicándose, con razones, como uno de los más grandes hallazgos, si hablamos de personajes, del cine animado reciente. Los Minions son la sal y la pimienta en una secuela solvente pero no brillante, ahora bien, a base de gags y trastadas perpetradas por estos entrañables personajes, la cinta logra no languidecer a la sombra de su ilustre hermana.
Lo mejor:
Los minions
Lo peor:
No está a la altura de la cinta original
Fecha de publicación: 11/07/2013