Matthew Vaughn reinventa el cine de superhéroes con un desguace siniestro del mundo de los mitos en una de las películas de multisala más sorprendentes de la temporada
"Kick-Ass" no consiente indiferencias; es cine de ética ambigua y anarquismo difícil de encapsular. Hay quien la pone de vuelta y media por irresponsable, inmoral e indecente, por dejarse ir con tan poco tacto hacia el lado del exceso y por no pisar el freno cuando se proyecta más allá de lo políticamente correcto, que es casi siempre. Por lo demás ver a una niña de once años vomitando chistes fálicos, reventando cráneos con saña impenitente y regodeándose en la sangre del vecino puede razonablemente provocar espasmos a espectadores delicados y sensibles.
El Pero digámoslo, porque hace falta: "Kick-Ass" no es una película familiar ni la sombra de una, de hecho es, contra lo que pueda parecer, la película de superhéroes más adulta, perversa y siniestra que quepa imaginar, por más que el colorido cartel sea la perdición de padres despistados. Matthew Vaughn (experto en asesinar la cándida inocencia de géneros juveniles, véase "Stardust") pone patas arriba todas las convenciones idiotizantes del cine-cómic superheroico con una colosal gamberrada fílmica, buscándole las cosquillas al género, cada vez más y más monolítico y átono, con una lucidez tan lúdica como inquietante.
El Pero, vaya por delante, su inclasificable película es mucho más que una parodia destroza tópicos sin más. Sus índices de violencia, tensión sociopática friquismo inadaptado y patetismo hortera y sofisticado la escoran hacia el lado del esperpento con una contundencia y una frescura verdaderamente fuera de serie. Vaughn es un director brillante; su película está llena de ocurrencias visuales, la música y las imágenes trascienden en una armonía casi perfecta y su diabólico sentido del ritmo es a prueba de bombas. Si algún día Tarantino quisiera hacer una película de superhéroes se parecería mucho a ésta, porque Vaughn le debe estética y éticamente mucho a su "Kill Bill", que es un lejano modelo a seguir sin ningún género de dura.
El Y es que una vez vista se nos antoja que "Iron-Man" es al cine lo que los Teletubbies al mundo de la tele. Así de simple y así de cruel. "Kick-Ass" es una película provocativa, vocacionalmente polémica y marciana como ella sola. Tiene un punto barroco incontestable y es de esas películas que odias o que amas (mucho o poco es otra cuestión) pero en la que es absolutamente imposible permanecer neutral.
Lo mejor:
Su vocación provocadora
Lo peor:
Que alguien la lea como una película moralmente detestable sin buscarle las cosquillas
Fecha de publicación: 11/06/2010