La vida: política y espectáculo
El octavo y más inspirado largometraje de Alfonso Cuarónreitera argumentos discursivos y estilísticos a los que ya había apelado en Hijos de los hombres (2006) o
Gravity(2013), para aplicarlos a un ejercicio de cotidianidad épica.
Roma deviene así panorámica espectacular de una mujer, una familia y una época, cuyo origen creativo hay que buscarlo en la infancia del propio Cuarón y el influjo en la misma de una niñera. Ella es en la ficción Cleo, una joven que trabaja en la convulsa Ciudad de México de 1971 como interna en un hogar acomodado pero roto sentimentalmente por lo que respecta a los padres. Sin énfasis melodramáticos ni demagogia, con respeto por todos los personajes y sus circunstancias, Cuarón hace un retrato profundamente político de un determinado momento histórico y social, que trae aparejada una revisión honesta de su propia configuración como individuo. Produce asombro la capacidad del director mexicano para aunar sin fricciones la naturalidad en el seno del plano, una puesta en escena de una precisión y un alcance metafórico brillantes, y una apología de la belleza tan radical como la que impregna las imágenes de
Roma. La película del año.
Lo mejor:
El nivel de ambición de las imágenes, muy pocas veces visto a lo largo de cualquier temporada
Lo peor:
Exige del espectador la misma altura de miras que se le concede en la ficción a su protagonista