Muy reconocidas en su época, pintoras como Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann o Clara Peeters fueron borradas de la historia del arte. Ahora las podemos contemplar en la exposición ‘Maestras’ en el Museo Thyssen.
¿Cómo es posible que no las conociéramos? ¿Nos hemos olvidarnos de ellas? Estas preguntas se te ocurren irremediablemente en cada paso que das en la exposición ‘Maestras’ del Museo Thyssen de Madrid, hasta el 4 de febrero de 2024.
Un reflejo ante la acumulación de excelencia- casi en un síndrome de Stendhal continuo- en piezas, como confirma con voz entrecortada la comisaria de la muestra, Rocío de la Villa.»Hemos salido de los márgenes y de la precariedad, ha sido un trabajo de síntesis brutal», añade la investigadora y fundadora de la asociación Mujeres de las Artes Visuales (MAV).
‘Maestras’ es el fruto de un trabajo de tres años con préstamos internacionales. Se reúnen más de cien obras de 70 mujeres artistas olvidadas de los manuales de Historia. Lienzos y esculturas guardados en los almacenes de los museos. Ahora los podemos ver en primera línea con una sincronicidad natural con el talento de sus autoras. «Cuando a la mitad de un sexo se les roba su pasado, se les roba su identidad. El poder simbólico de la cultura es muy importante», señala de la Villa.
«Esta exposición no se contenta con meter en el canon del arte a las borradas, quiere transformar el propio canon», afirma Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, que invita a aproximarse «sin prejuicios» al proyecto que forma parte de la «redefinición feminista» de la institución. La muestra es una de las citas imprescindibles con el arte del cierre de año.
Así fueron borradas las artistas femeninas
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Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassat, Berthe Morisot, María Blanchard o Sonia Delaunay son algunas de las firmas más conocidas recuperadas en los últimos años bajo las diferentes olas del feminismo.
La exposición destaca desde el siglo XVI a las primeras décadas del XX a académicas, cultas y cosmopolitas. Que obtuvieron altos reconocimientos, pero a la vez autoconscientes en la tragedia de que «debían estar calladas». Artistas que se rebelaron con sus pinceles desde la ventana de oportunidad social.