Alba Saura Clares es, entre otras muchas cosas, dramaturga de la compañía murciana Alquibla Teatro. Su última obra La trilogía del camino, compuesta por Mi cuerpo será camino, No me falte el aire y Lo más hermoso todavía, será interpretada del jueves 24 al sábado 26 de octubre en el Teatro Romea. A lo largo de estas tres obras, Alba Saura Clares aborda temas profundos como son el paso del tiempo, la búsqueda de identidad, la ansiedad, el desarraigo o los tránsitos que atravesamos, tanto individual como socialmente.
Con un enfoque especial, desde el diálogo intergeneracional y la memoria histórica, la trilogía invita a reflexionar sobre la vida, el arte y los caminos que recorremos hasta convertirnos en quien somos. Un viaje que se desarrolla a través de personajes que evolucionarán desde su juventud hasta la madurez interpretados por una compañía teatral que celebra, este 2024, cuatro décadas de historia. Un aniversario que estará acompañado de una obra personal y universal que no dejará a nadie indiferente.
Texto: José Miguel Lax
Foto: Alba Saura Clares
Pregunta: La Trilogía del Camino habla acerca de etapas, desarraigo, ansiedad o migraciones algo que es parte intrínseca al ser humano y que, aunque parece actual por su inclusión en los discursos políticos no es nada nuevo ¿Cómo surgió la idea de explorar estos viajes tanto espaciales como psicológicos?
Respuesta: Todo comenzó con la primera propuesta, con Mi cuerpo será camino, que era una obra donde queríamos hablar en un contexto además muy particular como es la lejanía que generó la pandemia. Queríamos hablar de la añoranza, de la extrañeza, de la migración, del desarraigo, de la asimilación y de todos estos conceptos.
También nos encontramos en un momento donde existe un gran aumento de discursos de odio, contra la migración, contra la otredad, que nos plantean un espacio de confrontación, que yo deseaba repensar yendo a la propia empatía a través de los personajes. Pensar también cómo desde Murcia hemos sido esas personas que hemos tenido que migrar. Somos también una sociedad protectora de migración y debemos tener una visión mucho más amplia en todos sus sentidos, que nos permita que no nos dejemos engañar con los discursos vacíos que sólo van hacia la violencia y el odio, sino entender la complejidad de todos los flujos migratorios.
A partir de ahí lo que quisimos es seguir hablando de diferentes etapas que tenían mucho que ver con la primera obra. No me falte el aire es una obra que escribí para hablar desde la juventud, de la gente que está en la treintena, que está marcada por la ansiedad, la salud mental, la precariedad, los problemas de alquiler, a todo lo que nos enfrentamos. Creo que, desde la juventud, nos sentimos en rabia absoluta y en la necesidad de poder gritar. Era una necesidad hacer un grito generacional y también hacerlo dialogar con otras generaciones, como ocurre en la obra.
Y Lo más hermoso todavía pensábamos entonces en el final del viaje, que tiene también mucho que ver con los 40 años de Alquibla Teatro, la compañía con la que hemos desarrollado las tres propuestas. Pensar qué queda cuando has dedicado una vida al arte, cuando ya ha acabado todo y vuelves la vista atrás. Pensar en los momentos de felicidad, de dificultad, de éxtasis, de cómo dialogar con la familia, en la importancia de la memoria, pero también del olvido, y del continuar la vida. De saber cumplir con el legado, pero también de dejar pasar y que todo siga adelante.
P: A la hora de tratar los tres temas centrales, la migración, la ansiedad, la identidad, el paso del tiempo y la memoria, en la fase creativa, ¿esto se pensó de forma independiente o estaba presente durante toda la línea del relato?
R: Estaba presente en toda la línea porque surgía de la necesidad de hablar de lo que nos iba conmoviendo. En la primera, la migración, porque surgió desde la añoranza y la nostalgia. En No me falte el aire porque yo tenía la necesidad de poder enfrentarme a ese texto y de escribir desde ese lugar. Y cuando llegó Lo más hermoso todavía era porque estábamos pensando desde Alquibla y desde el principio queríamos celebrar con esta última obra sus 40 años. En definitiva, hablar de esta serie de temas que nos conmueven, recorrer el camino con la trilogía y conseguir llegar a todo eso.
P: Entonces, siendo el paso del tiempo un elemento clave en la trilogía y cumpliéndose 40 años de la compañía Alquibla Teatro ¿existe una vinculación metafórica de la obra y el recorrido vital y artístico de la compañía teatral?
Claro, sin duda, absolutamente. Hay una parte también de pensar desde los 40 años de Alquibla Teatro y valorar desde ahí cómo ha sido toda la trayectoria y cómo ha sido este paso del tiempo y cómo afrontar tanto el legado como el olvido.
R: Durante la trilogía, en la representación, el equipo artístico se mantiene durante las tres obras ¿estaba pensado así desde el principio? y de ser así ¿te ha influido en la continuidad del proceso creativo y en el resultado final?
R: Sí, fue absolutamente un deseo trabajar así en este proyecto tan especial, tan poco habitual y hacerlo en un contexto de familia con gente con la que amamos trabajar. Desde el principio yo sabía quién eran los tres actores y las tres actrices que iban a interpretarlo: Pedro, Julio, José, Esperanza, Nadia o Cristina, y era para esos cuerpos para los que estaba escribiendo. Eso también es un regalo y es fascinante pensar en lo que sabes que pueden hacer, pero también en todo lo que puedes apretarle, y con muchos personajes surgían nuevos retos. También quiero jugar con los espectadores a partir de esta premisa.
A la vez todo está conceptualizado desde todo un equipo artístico: Esperanza Clares con la producción, Antonio Saura en la dirección artística y puesta en escena, y un hilo conductor musical que viene de una dramaturgia sonora que plantea Álvaro Imperial. Música que va desde las más reconocibles, que tienen que ver con un lugar histórico, en un gran homenaje que va de la tierra a los sonidos más electrónicos, de lo que nos recuerda casi a aguinaldo murciano a llegar a lo que sería una fiesta en una ciudad enorme dentro de España.
P: ¿No sé si hay algo de ti en el tríptico de la obra o en alguna en concreto?
R: En todas un poquito, la verdad, porque, sin que sean textos autobiográficos, si estoy jugando con las experiencias, tanto mías como de las que robo a quien me acompaña. Soy una hábil ladrona.
En la primera obra, aparte de cuando he vivido en Alemania o en Argentina, o ahora que vivo en Barcelona y me siento lejos de Murcia, hay mucho de esa extrañeza y de las historias que he ido robando, que me he encontrado, y que a veces… bueno, esa idea de que la realidad supera mucho la ficción y que es maravillosa.
Evidentemente, en No me falte el aire, hay tanto de mí como de historias de mis amigas y amigos. Es una historia que estoy escribiendo yo, pero que me están acompañando para poder contar.
Y en la última, que parecía la más lejana, pues evidentemente tengo 35 años y no estoy acercándome a la vejez, y mucho queda, fue un gran reto pensar cómo estaba mirando yo el paso del tiempo, cómo estaba asumiendo yo los 40 años de Alquibla, cómo afrontamos los cuidados, cómo me relaciono con mi abuelo ahora mismo y de manera que siempre hay una mirada incluso a una misma.
Me voy a dedicar al teatro y eso es muy exigente, y te quita la vida, en el buen sentido, y me pregunto ¿Qué vas a pensar cuando pase el tiempo y digas que estoy cansada? ¿Quién está conmigo acompañándome en eso?
P: En esa obra final, lo más hermoso todavía, que guarda una reflexión muy íntima sobre el legado, el paso del tiempo, y relacionándolo con el teatro, ¿Qué retos y oportunidades crees que enfrenta actualmente el teatro y cómo crees que podría ser su evolución en los próximos años?
R: Hay una frase de Mauricio Kartun, dramaturgo argentino, que me gusta mucho que dice: “siempre dicen que el teatro está al borde de la muerte, pero bueno, que lo dejen ahí porque así lleva siglos vivo”.
Evidentemente yo creo que el teatro también se va reinventando y va pensando su sentido con el avance del tiempo, eso no cabe ninguna duda. Y pensar que se va a quedar siempre en el mismo formato, de la misma forma, sería una tontería. Va cambiando como cambia la sociedad. Ahora mismo el teatro lo que más nos ofrece, frente plataformas de series o el cine, es que es un lugar que se descubre mucho más desde la experiencia. Ir al teatro ahora mismo es la experiencia de compartirlo con gente.
Se está reivindicando más en ser comunidad, en obras que cada vez dialogan de una manera mucho más cercana con el público, espacios más íntimos, más inmersivos, pero historias que ver con las 50 personas que me están acompañando, o las 900 según el teatro en el que estés.
También porque el teatro sigue siendo hoy día un lugar muy político. Y yo creo que no se debe perder ese sentido, no de enseñanza, pero sí de fomentar la reflexión crítica desde los escenarios, y lejos de la complacencia que a veces nos encontramos en el entretenimiento, que tiene mucho más que ver con las series, y que todas disfrutamos, y es maravilloso. Pero llegar al teatro también es llegar a pensar, a ver qué te provoca, a que te lleve a lugares incómodos, y ahora mismo creo que ese espacio de lo vivo, y también de lo político, es lo más importante, y a donde más se está cerrando el teatro para continuar.
P: ¿Y qué le dirías a la gente que a lo mejor se está pensando si ir o no ir a ver la obra?
Sobre todo, les diría que es una experiencia única e irrepetible poder ver todo el proceso de una propuesta artística, es decir, ver las tres propuestas juntas, que nos acompañan en el Teatro Romea, con Mi cuerpo será camino este jueves el 24, No me falte el aire el viernes 25, y Lo más hermoso todavía el sábado 26.
Son tres propuestas muy diferentes, se pueden ver sin duda por separado, se puede elegir solo una, pero que tienen un hilo conductor que nos habla mucho desde el presente, nos invita mucho a estar juntas pensando, disfrutando, donde podamos reír y podamos salir llorando del teatro y todo va a pasar en esas tres noches, y que es un evento también celebratorio de los 40 años de Alquibla Teatro y que estamos muy felices de que puedan acompañarnos.
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