Desde la Ría de Arousa hasta la Ría de Vigo el parque nacional de las islas Atlánticas, formadas por las islas Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada, ofrece paisajes incomparables y guarda una impresionante biodiversidad, en la que se crea un gran mosaico de naturaleza, tanto en tierra como en sus fondos, llenos de las más preciadas y variadas riquezas ecológicas y paisajísticas.
Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Un paraíso natural protegido
Creado en 2002, el parque nacional de las islas Atlánticas está considerado como una de las mejores muestras de los ecosistemas propios de las costas y fondos marinos atlánticos españoles.
Déjate envolver por su belleza y descubre sus playas vírgenes con aguas cristalinas, los acantilados más escarpados e impresionantes, o los faros y las rutas más bellas de este territorio insular protegido.
Islas Cíes
Las islas de los Dioses.
Por este archipiélago que custodia la entrada de la ría de Vigo, han pasado figuras como Julio César, en su persecución de los pueblos Hermonios de Portugal, que tuvieron que navegar hasta Cíes en su huida de las tropas del Imperio. Las islas Cíes, que el geógrafo Plinio rebautizó como islas de los dioses descritas en los escritos de Estrabón, y fielmente vinculadas con el pirata inglés Francis Drake.
Las Cíes es un pedacito de paraíso custodiado por un espacio marino inigualable que conforma uno de los tesoros más preciados de Galicia y, sin duda, el archipiélago más espectacular del parque.
Son también un caso paradigmático de protección ambiental dado que conforman un parque nacional formado por tres islas que exhiben dos caras: la que encara a los vientos del océano, con abruptos acantilados que parecen sacados de algún rincón de Islandia; y la que otea a la ría de Vigo y toca al mar con la arena de sus playas dignas de postal paradisíaca.
Un triángulo insular formado por la isla sureña de San Martiño, de acceso único en embarcación privada, la central de o Faro, y la norteña de Monteagudo. Estas dos últimas están unidas por el puente natural de la playa de Rodas, catalogada como ‘la mejor playa del mundo’.
Su silueta de perfecta media luna, el ecosistema dunar, su arena de cuarzo -de un blanco casi nuclear- y sus aguas turquesas han elevando a este arenal a cima del ‘caribe gallego’.
Pero a las Cíes no solo se va para descubrir sus playas vírgenes como la de Rodas, Figueiras, Nosa Señora, Bolos, Cantareira, Margaridas, Muxieiro y San Martiño, un entorno virgen al que sólo se accede en barco privado. También se va a hacer senderismo, planear excursiones en barco o bucear rodeado de sus delfines arroaces.
Excursiones
Lo ideal es hacer senderismo por las cuatro rutas señalizadas que encaminan hacia tres imponentes faros. Faro de Cíes (dos horas y media ida y vuelta); Alto do Príncipe (una hora y cuarto), con espectaculares vistas de los acantilados desde la Silla de la Reina, una caprichosa formación rocosa; Faro da Porta y Faro do Peito (ambas de hora y media de duración).
Pero la excursión más popular es la primera, en la isla de Monteaguado. Partiendo desde la playa de Rodas sube al mirador del monte Faro. Siete kilómetros de recorrido para contemplar, después de dejar atrás la Piedra de la Campana, perforada por la fuerza de los vientos, una panorámica única que si, además, enmarcamos en un atardecer, entonces esa imagen quedará grabada en nuestras retinas de por vida.
Antes de elegir, lo mejor es pasar por el Centro de Interpretación, situado en un antiguo almacén de artillería del S.XIX, el cual fue levantado a su vez sobre las ruinas del Monasterio de San Esteban. Dispone de punto de información al visitante, sala de interpretación-exposición sobre el parque con un área para taller infantil, y una sala multiusos para proyecciones, cursos, conferencias o actividades.
Por la noche podrás disfrutar de un maravilloso espectáculo estelar dado que los archipiélagos son uno de los catorce destinos del mundo que cuenta con la acreditación ‘Starlight’. U otros lugares óptimos para la observación de las estrellas por estar protegidos de la contaminación lumínica. También podrás contemplar la ceremonia de la bioluminiscencia marina. Tumbarse en la arena con el rumor de las olas, con una constelación como enorme techo, acompasado con esos pequeños destellos luminosos en el mar. ¿qué más se puede pedir?.
Inspiración y sosiego. Belleza y grandiosidad. Eso son las islas Cíes….
Isla de Ons
La isla de Ons ofrece las peculiaridades de un reducido pueblo costero típico de Galicia pero con un paisaje isleño que bien merece una visita.
Un paraje que esconde increíbles playas, cuevas marinas y acantilados como el impresionante Buraco do Inferno. Un hermoso faro custodia la isla de Ons, que cuenta con un pequeño núcleo rural habitado con casas marineras típicas, hórreos y una pequeña iglesia en honor a San Xaquín.
Existe la posibilidad de alojarse en uno de sus establecimientos o en la zona de acampada y disfrutar de la gastronomía de las Rías Baixas. En el pueblo podemos visitar el barrio de Caño, con sus casas típicas marineras y sus hórreos, construcciones donde se guardaban los alimentos.
El senderismo es uno de los principales atractivos de este paraíso insular. Al norte, a punta de O Centolo ofrece unas hermosas vistas a la playa de A Lanzada y una impresionante puesta de sol sobre Sálvora.
Isla de Sálvora
Sálvora es el misterio mejor custodiado de la costa gallega. El emplazamiento en el que durante décadas se refugiaban hippies, piratas y pescadores.
Apenas tres kilómetros mar adentro, Sálvora es un territorio de otro mundo. Basta con desembarcar en la playa do Castelo, en un arenal prácticamente níveo, un Caribe en versión fresco guiado por la estatua de la Sirena Mariña, para darnos cuenta que estamos ante un lugar singular. Destacan, entre otros, las esculturas que el efecto del viento ha creado sobre la mezcla de piedras y sal.
Isla de Cortegada
Árboles centenarios esconden prados y tierras que fueron cultivadas en otro tiempo. Una ermita que se desmorona, un pueblo fantasma sin habitantes, un cruceiro que lo contempla todo. La Isla de Cortegada y su gran bosque de laureles respiran misterio.
En este bello enclave insular, especialmente frondoso, conviven árboles centenarios con especies arbóreas autóctonas como robles, pinos y sauces. Una serie de pequeñas lagunas, las ruinas de una antigua ermita y un cruceiro forman parte de este hermoso paraje, habitado en el pasado, creando un ambiente mágico y misterioso. Cuando baja la marea emerge de las aguas el antiguo Camiño do Carro, un sendero que permite acceder a pie a la isla, utilizado en otros tiempos para transportar cargas.